martes, 5 de junio de 2012

La Copa se miró, se tocó y se quedó


Hacer el esfuerzo de recordar hace 21 años es complicado, más aún cuando en ese entonces sólo tenía 10 años.

Mi mente me dice que era un día despejado, pero helado aquél 5 de junio y que en las noticias, se confirmaba que se descartaba un corte de luz en el horario del partido, lo que era recurrente no sé por qué en esos tiempos.

En 1991 ya era un fanático colocolino y la espera de ese partido me tenía con los nervios de punta y ansioso.

Vivía con mi abuelita, mi recordada Mamá ‘Chela’, la que a pesar de no ser una fanática del balompié entendía la fiesta que se vivía de Arica a Magallanes, y por lo mismo, algo que estaba reservado sólo para los domingos de visitas a casa, ese día también sucedió: Coca Cola y queso para el pan, la final de la Libertadores lo ameritaba.

En la previa tengo claro que a pesar del empate en Asunción, se le temía al delantero Adriano Samaniego, pero en un hecho anecdótico poco recordado en una fiesta el ariete se autoinfirió una herida en el pie con un arma de fuego y quedaba descartado para la revancha en Pedreros.

Llegó la hora del inicio, tenía miedo, estaba tan cerca un título que entendía hasta entonces era imposible para el fútbol chileno, hasta conocí el cantito que a todos los adultos tenía incómodos ese de “la Copa, la Copa, se mira y no se toca”.

¡Gol de Colo-Colo! Y recuerdo a Sapito Livingstone gritando sobre el relato algo como: “¡Así anotaba Pelé! En alusión al tanto de ‘Lucho’ Pérez.

Con el 2-0 todos sabíamos éramos campeones, pero faltaba el 3 a 0 que fue emotivo, se que ahí a el 90% del pueblo albo le brotaron las lágrimas, Leonel Herrera hijo, vengando el robo del 73.

Ahora, la Copa se miraba, se tocaba y se quedaba.

Recuerdo la locura, la alegría reinante en el glorioso Monumental David Arellano, se me pone la piel de gallina de recordar una frase que en los hinchas albos, es parte del ADN, “Mañana el té será mas dulce y la marraqueta más crujiente”.

Llegó el momento de la entrega del trofeo y la imagen que nunca nadie borrará de mi memoria, Jaime Pizarro levantando la Copa Libertadores de América.

¿Quién es Chile? Ahí se ratificaba que Colo-Colo. Aquellos inmortales futbolistas dieron la vuelta olímpica, la mía era caminar por el pasaje Azapa con bandera en mano hasta la Avenida Grecia, donde los bocinazos…la alegría, el carnaval, no creo haberlo vuelto a ver.

Para mi anecdotario personal quedará el padre de un amigo, reconocido hincha de Universidad de Chile totalmente ebrio, pero con una sonrisa de oreja a oreja que me decía hoy somos todos Chile, hoy ganamos todos, porque esta felicidad la tiene todo un país que la necesitaba. Es sabido que los curados nunca mienten.

De Arica a Magallanes, tal como reza nuestro himno, se que todos los colocolinos a pesar de nuestro presente gris, sienten orgullo. Que por unos segundos olvidan que una sociedad anónima tiene al club sumido en una profunda crisis. Hoy a pesar del oscurantismo del cacique la Copa Libertadores después de 21 años sigue siendo motivo de alegría y orgullo y una antorcha inmensa de gloria en su destino, que alumbra siempre con fuego de campeón.

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