Hacer
el esfuerzo de recordar hace 21 años es complicado, más aún cuando en ese
entonces sólo tenía 10 años.
Mi
mente me dice que era un día despejado, pero helado aquél 5 de junio y que en
las noticias, se confirmaba que se descartaba un corte de luz en el horario del
partido, lo que era recurrente no sé por qué en esos tiempos.
En
1991 ya era un fanático colocolino y la espera de ese partido me tenía con los
nervios de punta y ansioso.
Vivía
con mi abuelita, mi recordada Mamá ‘Chela’, la que a pesar de no ser una
fanática del balompié entendía la fiesta que se vivía de Arica a Magallanes, y
por lo mismo, algo que estaba reservado sólo para los domingos de visitas a
casa, ese día también sucedió: Coca Cola y queso para el pan, la final de la
Libertadores lo ameritaba.
En
la previa tengo claro que a pesar del empate en Asunción, se le temía al
delantero Adriano Samaniego, pero en un hecho anecdótico poco recordado en una
fiesta el ariete se autoinfirió una herida en el pie con un arma de fuego y
quedaba descartado para la revancha en Pedreros.
Llegó
la hora del inicio, tenía miedo, estaba tan cerca un título que entendía hasta
entonces era imposible para el fútbol chileno, hasta conocí el cantito que a
todos los adultos tenía incómodos ese de “la Copa, la Copa, se mira y no se
toca”.
¡Gol
de Colo-Colo! Y recuerdo a Sapito Livingstone gritando sobre el relato algo como:
“¡Así anotaba Pelé! En alusión al tanto de ‘Lucho’ Pérez.
Con
el 2-0 todos sabíamos éramos campeones, pero faltaba el 3 a 0 que fue emotivo,
se que ahí a el 90% del pueblo albo le brotaron las lágrimas, Leonel Herrera
hijo, vengando el robo del 73.
Ahora,
la Copa se miraba, se tocaba y se quedaba.
Recuerdo
la locura, la alegría reinante en el glorioso Monumental David Arellano, se me
pone la piel de gallina de recordar una frase que en los hinchas albos, es
parte del ADN, “Mañana el té será mas dulce y la marraqueta más crujiente”.
Llegó
el momento de la entrega del trofeo y la imagen que nunca nadie borrará de mi
memoria, Jaime Pizarro levantando la Copa Libertadores de América.
¿Quién
es Chile? Ahí se ratificaba que Colo-Colo. Aquellos inmortales futbolistas
dieron la vuelta olímpica, la mía era caminar por el pasaje Azapa con bandera
en mano hasta la Avenida Grecia, donde los bocinazos…la alegría, el carnaval,
no creo haberlo vuelto a ver.
Para
mi anecdotario personal quedará el padre de un amigo, reconocido hincha de
Universidad de Chile totalmente ebrio, pero con una sonrisa de oreja a oreja
que me decía hoy somos todos Chile, hoy ganamos todos, porque esta felicidad la
tiene todo un país que la necesitaba. Es sabido que los curados nunca mienten.
De
Arica a Magallanes, tal como reza nuestro himno, se que todos los colocolinos a
pesar de nuestro presente gris, sienten orgullo. Que por unos segundos olvidan
que una sociedad anónima tiene al club sumido en una profunda crisis. Hoy a
pesar del oscurantismo del cacique la Copa Libertadores después de 21 años sigue
siendo motivo de alegría y orgullo y una antorcha inmensa de gloria en su
destino, que alumbra siempre con fuego de campeón.
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