Estamos a menos de 72 horas del tercer partido de la final de la Liga Nacional de básquetbol. Para mi debe ser el partido que como hincha adoptado del baloncesto, debe ser el que más he esperado. En 1993 conocí este deporte porque era imposible siendo niño no conocer el fenómeno de los Chicago Bulls y Michael Jordan. El 95 y 96 lo tuve que jugar y ahí empecé a ver harto básquet argentino. Atenas de Córdoba era el equipo que me gustaba ver ganar de la mano del gran Marcelo Milanesio. Finalmente junto a mi regreso a Chile, veo a Colo-Colo campeón de la Dimayor. Que espectacular para un colocolino y que comenzaba a afianzar su romance con el básquetbol, que ver a ese equipo mágico dirigido por Carlos Álvarez.
Pero la historia fue corta y luego del 97 se acabó la experiencia de Colo-Colo en Dimayor. desde ese día siempre soñé con que los albos retornaran al baloncesto. Recuerdo incluso haberlo conversado con un par de dirigentes de Blanco y Negro aprovechando que mi frente noticioso por tres años fue el Estadio Monumental. Finalmente un día del año pasado supe que Colo-Colo volvía al básquetbol y estuve ese día emotivo en el CEO cuando el regreso fue ante River Plate. El homenaje a Carlos Álvarez a quien a estas alturas considero un amigo, a Julio Córdoba y a Mack Hilton fueron un momento especial para este humilde seguidor del básquetbol y de Colo-Colo.
Ahora el Club está en la final. Cae 2 a 0 es cierto, que está difícil, también. Pero por eso en este momento quiero dejar testimonio con ni una intención periodística, de hecho siempre he aclarado que este face escribo no de forma periodística sino que desde mis emociones y mi día a día. No se imaginan la piel de gallina que se me puso cuando compré la camiseta de Colo-Colo básquetbol, cuando parte de ese plantel de 1996 me ha ido aceptando en facebook. Se que mis colegas que pudieran leer pensarán que un periodista no puede escribir desde la trinchera de la emoción o tener una camiseta. Siempre he sido y creo caracterizarme por eso, por ser respetuoso de todo entrevistado y así fue en mi paso por CDO donde constantemente intervine en el baloncesto. Creo que nadie me puede apuntar con el dedo en señalar que hice un comentario con la camiseta puesta, pero de todas maneras si alguien al leerme me cuestiona, es porque no entiende nada de emociones, de la herencia que es ser hincha de Colo-Colo, del sentimiento que se siente por la historia de este club arraigado en el pueblo.
El destino me quiso en el periodismo deportivo, fue casi una casualidad, pero mi caminar junto a la historia de Colo-Colo fue una opción de pequeño. Es por eso que hoy me dan ganas de que los jugadores del plantel me leyeran y pudiera traspasarles lo que es para mi saber que el club de mi vida está en una final de un deporte que amo, quisiera transmitirles la emoción que es para mi que tras un triple, una volcada o un simple tiro libre, haya una camiseta blanca. Quisiera traspasarles mi energía, pero siempre con respeto, porque a ellos no les puedo pedir nada, sería patudo ¿Cómo pedirle algo a un Franco Morales si muchas veces conversamos en años anteriores lo maravilloso que sería que Colo-Colo estuviera en el básquetbol? ¿Cómo pensar en la osadía de pedirle algo a un Erik Carrasco, cuando al conversar me cuenta lo motivado que está por defender una camiseta que veo le apasiona igual que a mi? Se que cada uno de los que conforma el actual plantel dejará sangre, sudor y lágrimas por no permitirle a Deportes Castro dar la vuelta en Santiago, siempre en las lides deportivas.
Ustedes amigos del plantel actual de Colo-Colo están usando una camiseta que me consta muchos jugadores soñaban en silencio poder usar. No imaginan cuantos compañeros suyos de profesión darían lo que fuera por estar en su lugar. Por distintos motivos ustedes fueron los elegidos y en verdad créanse afortunados, porque usan la camiseta de un club que este año cumple 90 años de existencia, de rica historia, de apoyo popular, de alegrías, triunfos, penas y unas pocas derrotas. Muchas veces he leído que Colo-Colo no tuvo infancia, pues nació grande. Creo que en el básquetbol no se está muy lejos de esa máxima, ya que en la Dimayor en las tres temporadas se fue semifinalista, campeón y finalista.
Hoy ustedes pueden entrar con letras doradas en la historia de Colo-Colo. La camiseta tiene una estrella y que hasta el día de hoy todo hincha del básquetbol y de 30 años para arriba, recuerda ya casi como un mito. El mito de Scurry, López, Córdoba, Hilton, Jones, Guerra, Aliste, Carpo, Lagos, Rojas, Poblete, Orellana, Carlos Álvarez, etc. ¿Se imaginan una segunda estrella en esa camiseta y que casi 20 años después digan esa es por el equipo de Carrasco, Morales, McCullough, Valencia, Soto, Schüller, Pasco, Ledezma, etc? Eso está al alcance de ustedes.
Finalmente el corazón me traiciona y termino pidiéndoles algo, aunque no quería hacerlo. No les pido que ganen, porque eso es relativo, tampoco nada relacionado con el partido desde que se inicie. Sólo les pido que el sábado, al entrar a la cancha en el Boston College, entren conscientes que tras de ustedes hay no miles, sino millones de hinchas de Colo-Colo, muchos que como yo, llevábamos esperando casi 18 años con estos días de alegría, que más de alguno de los que estará el sábado en Maipú, destinó el valor de la entrada consciente de que se dio un lujo. Me doy por pagado si al momento de entrar a la cancha, entran con la piel de gallina, porque saben que están donde probablemente muchos de ustedes soñaron y porque valoran y gozan de lo que es vestir la camiseta de Colo-Colo.